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 El Holocausto

“Y una grande señal apareció en el
cielo: una mujer vestida del sol, y la
luna debajo de sus pies, y sobre su
cabeza una corona de doce estrellas. Y
estando preñada, clamaba con dolores
de parto, y sufría tormento por parir.
Y fue vista otra señal en el cielo: y he
aquí un grande dragón bermejo, que
tenía siete cabezas y diez cuernos, y
en sus cabezas siete diademas. Y su
cola arrastraba la tercera parte de las
estrellas del cielo, y las echó en tierra.
Y el dragón se paró delante de la
mujer que estaba para parir, a fin de
devorar a su hijo cuando hubiese
parido. Y ella parió un hijo varón, el
cual había de regir todas las gentes
con vara de hierro: y su hijo fue
arrebatado para Dios y a Su trono”
(Ap. 12:1-5).

Como podemos fácilmente entenderlo, las historias existentes de lo que ahora recordamos como el Holocausto son incontables. Lo único que aquí puedo decir es que este macabro acontecimiento, efectuado en pleno siglo llamado de la civilización intelectual, de la industria y de la ciencia, es único en todos los anales de la historia humana. Pues nunca, en ningún tiempo y en ninguna otra nación, había acontecido algo semejante al terrible Holocausto.

En Europa, pero en forma más particular en Alemania, el horrible monstruo del antisemitismo había mostrado su asqueroso rostro, y los Judíos habían sido reducidos a vivir en los tristemente famosos “guetos”. Habían sido también privados de todos sus derechos civiles y aun de sus propiedades. La guerra arreció, y con las conquistas germanas aumentó la persecución y luego las matanzas en masa de los Judíos de Europa. Miles y millones de ellos pasaron de los “guetos” a los campos de concentración y de allí a las cámaras de gas, y por fin a los hornos para ser sistemáticamente aniquilados por la diabólica maquinaria asesina de la Alemania Nazi. Un buen número de Judíos lograron escapar al principio de este macabro periodo, pero la mayoría fueron exterminados entre los años 1942 a 1944. Más de seis millones (6,000,000) en total de seres humanos, cuyo único pecado consistía en ser, por herencia, miembros naturales del pueblo escogido de Dios, fueron llevados sistemáticamente a la muerte en las formas más horribles y macabras que la mente humana pudiere concebir.

Nunca, en ningún tiempo ni en ninguna nación o raza, se había consumado un hecho que de tan macabro es aun increíble, en el que de una sola raza se masacraran, en el breve periodo de aproximadamente seis años, la cifra astronómica de seis millones de sus miembros.

Ciertamente que fue el espíritu diabólico del antisemitismo el que produjo el Holocausto, pero eso no ha sido lo único. Esa operación de odio y de aborrecimiento que trabaja en las mentes del resto del mundo (incluyendo al mundo cristiano), en contra del pueblo Judío, ha estado desde el principio y sigue aún hasta el día de hoy.

Puedo declarar aquí, con toda la seguridad que me asiste de parte de mi Dios, que es precisamente el antisemitismo una de las operaciones más marcadas y descaradas del anticristo, quien es nada menos que el espíritu del mal (1 Jn. 4:3), que es Satanás, “el dios de este siglo” (2 Cor. 4:4). Pues si alguien sabe, sin lugar a dudas, quién es Dios y quién es el pueblo de Dios, son los demonios (Stg. 2:19). Por ello, insisto que nos es imperativo el hablar sobre este tema con autoridad de Dios en Su Palabra, mayormente cuando vemos hoy que la interpretación negativa es tan fuerte y tan persistente.

Inclusive, estoy plenamente consciente de la operación gemela del antisemitismo que se presenta con cara de inocencia. Hablando ahora en lo que toca al cristianismo, esa operación consiste en hacer creer a muchos profesantes cristianos que ellos están bien con no odiar o aborrecer a Israel y al Judío, solamente lo ignoran y actúan como si ese pueblo no existiera. Esa disimulación no puede ser justificada en ninguna manera (léase Romanos 11:25), puesto que es nada menos que la primera parte del mensaje total del antisemitismo, que empieza con producir arrogancia en el profesante cristiano que ignora este misterio.

Esta operación diabólica ha insinuado durante los siglos que algunos de los apóstoles, y aun que hasta el mismo Señor Jesús, eran antisemitas. Y así, usando las Escrituras “torcidas” ha envenenado y sigue envenenando las mentes de muchos cristianos sinceros ciertamente, pero incautos e ignorantes.

Tal operación negativa continúa y, sabemos que, como todas las demás operaciones contrarias, va a continuar hasta el día del Señor. Mas en este tiempo es nuestro turno para contrarrestar todo lo que entendemos que es contrario al orden de la Palabra de Dios. Usemos las verdades del Señor para contrarrestar lo que es falso.

No es posible narrar aquí todos los detalles del Holocausto, pues para ello necesitaríamos escribir toda una enciclopedia. Lo único que puedo hacer en esta ocasión, es recomendar a mi estimado lector que procure familiarizarse con los muchos libros y otros medios informativos que hay preparados al respecto; inclusive, los innumerables comentarios en que los historiadores eruditos, tanto Judíos como gentiles, hacen la pregunta para la cual no encuentran respuesta: “¿Cómo es posible que en pleno siglo de las luces, de la ciencia, de la civilización presente, en una raza tan distinguida y educada como lo es la raza alemana, haya acontecido algo semejante?”. La única y conclusiva respuesta es que la Palabra de Dios tenía que cumplirse, y “la mujer” simbólica que miró el apóstol Juan (la raza Judía) tenía que pasar por los dolores de parto y aun sufrir tormento, para dar a luz al “hijo varón” que está llamado para gobernar a las naciones de la tierra: NACIÓ ISRAEL (Ap. 12:1-5).

La Segunda Guerra Mundial terminó completamente con la explosión de la primera bomba atómica y con la rendición de Japón el 15 de agosto de 1945, firmando el acta el 2 de septiembre del mismo año (pues la Alemania Nazi ya había sido derrotada por las fuerzas Aliadas el 7 de mayo de 1945). Con la finalización de la guerra, terminó “el dolor de parto de la mujer (el Holocausto)” (Ap. 12:2), y nació el Estado Israelita.

Dios te bendiga.
Pastor Efraim Valverde, Sr.

 

~ Pastor Efraim Valverde Sr.

Referencias

[1] Valverde, Efraim. Revista Internacional Maranatha, Vol 77 No. 18, Enero 2020, Pág. 13

[*] Énfasis de nuestroanciano.com

[**] “Copyright Disclaimer Under Section 107 of the Copyright Act 1976, allowance is made for -fair use- for purposes such as criticism, comment, news reporting, teaching, scholarship, and research. Fair use is a use permitted by copyright statute that might otherwise be infringing. Non-profit, educational or personal use tips the balance in favor of fair use.”; Source:Internet

 

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